El efectivo pierde terreno y resiste

"#OnPayeCash". El lema se extendió por las redes sociales a medida que se acercaba el 10 de septiembre, en medio de las numerosas convocatorias de movilización del movimiento "Bloquea Todo". Un lema sencillo para una idea sencilla: al prohibir el uso de tarjetas bancarias para pagos en efectivo, los participantes del movimiento privarían a los bancos de "miles de millones de euros" en comisiones y tasas que pagan a los comerciantes, lo que incluso —algunos lo admiten— les permitiría evitar reportar estas transacciones a Hacienda.

El daño potencial al sector bancario es muy difícil de evaluar. El último gran llamamiento nacional al boicot bancario, repetido por el exfutbolista Éric Cantona en 2010, entre otros, tuvo un efecto prácticamente nulo. Sin embargo, el objetivo está claramente identificado. Las comisiones que pagan los comercios son nada desdeñables: la "comisión de intercambio" (fijada por la red de tarjetas, CB, Visa y Mastercard, principalmente en Francia), con un límite del 0,3%, las "comisiones de red", que cubren la garantía del banco sobre el pago del comercio, y el margen del banco.

El total, que varía según el comercio, puede rondar el 2% del importe de la transacción. Este es el precio a pagar para prevenir el fraude, agilizar los pagos y reducir los riesgos asociados al manejo de efectivo, según los bancos.

El efectivo está asumiendo un papel de protesta en un momento en que su importancia en la vida francesa continúa decayendo. En 2024, por primera vez, el número de pagos en efectivo en comercios locales fue menor que el de pagos con tarjeta bancaria, reduciéndose al 43% del número de transacciones, en comparación con el 48% de las tarjetas. La proporción de efectivo en Francia es, por lo tanto, inferior a la media de la eurozona (52%). En términos de importe, las monedas y los billetes aún representan alrededor del 20% de las compras en puntos de venta, en comparación con un tercio en 2012.

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