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El futuro sistema de combate aéreo: la cooperación entre Francia y Alemania ha dado paso a la rivalidad

El futuro sistema de combate aéreo: la cooperación entre Francia y Alemania ha dado paso a la rivalidad

La saga del Future Combat Air System (FCAS) parecería una serie de televisión si no fuera por los miles de millones de euros de dinero público que se están invirtiendo en ella. En el último giro de este programa de defensa, que se supone será una colaboración entre España, Alemania y Francia, el 23 de septiembre, Éric Trappier, director general de Dassault Aviation, declaró que su empresa podría "llevar a cabo el proyecto en solitario de principio a fin". En un arranque de ira, atacó a su socio alemán, declarando: "Si quieren hacerlo solos, que lo hagan solos".

Para comprender estas estruendosas declaraciones, debemos remontarnos unos meses atrás. La primavera pasada, casi tres años después de firmar la primera fase del diseño del futuro avión de combate , Dassault Aviation lanzó una campaña para renegociar los términos del desarrollo del avión en su beneficio.

Dentro del propio consorcio, Airbus , que representa los intereses de Alemania y España, no lo vio con buenos ojos y lo acusó de querer quedarse con el 80% del proyecto y de elegir a sus propios subcontratistas, eludiendo así la regla del "retorno geográfico" , que se supone que garantiza un reparto justo del trabajo entre los países contribuyentes.

"Esperamos que los demás socios respeten la gobernanza que han aceptado", declaró el 30 de julio el director general de Airbus, Guillaume Faury. El canciller alemán, Friedrich Merz, acompañado de su homólogo español , confirmó las declaraciones del industrial, añadiendo que "la situación actual no es satisfactoria: no avanzamos con este proyecto".

Berlín amenaza ahora con retirarse por completo del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y unirse al Reino Unido, Italia y Japón en el programa competidor para el futuro avión de combate "Tempest", o al del caza sueco Gripen.

Presentado como una promesa de supuesta "autonomía estratégica", el programa del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSAF) hoy en día se asemeja más a un escenario donde se enfrentan gigantes armamentísticos, cada uno con engaños. Sin embargo, se suponía que el CSAF encarnaría la unidad europea en materia de defensa al unir a Francia (a través de Dassault), Alemania y España (a través de Airbus) en torno al futuro avión de combate de sexta generación, rodeado de drones y sistemas interconectados, capaz de afrontar futuros conflictos.

Mientras la cooperación se estanca, los miles de millones se acumulan. Las cifras son alarmantes. Los analistas estiman que el coste de este avión de combate del futuro, subvencionado masivamente por los tres estados socios, ascenderá a casi 100 000 millones de euros para 2040. La primera fase de estudios ya ha absorbido 3600 millones de euros, y está previsto que a finales de año se firme un nuevo contrato de 5000 millones de euros para construir demostradores que se prevé que vuelen en 2026.

Este proyecto revela una flagrante contradicción: tras la retórica de unidad y seguridad, prevalece sobre todo la ley del mercado de armas. Los ministros de las fuerzas armadas francesa y alemana se reunirán en octubre para resolver la crisis.

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