Presupuesto 2026, el verdadero rostro del régimen

El presupuesto de un gobierno revela sin apelación su naturaleza. Ahí se graban en bronce su visión del país, prioridades y obsesiones, y están las semillas y palancas del futuro cercano que le espera a una Nación. Si se invierte más en infraestructura productiva, educación, salud pública, seguridad, y en otros bienes públicos fundamentales, es posible atisbar un futuro de crecimiento y desarrollo, mejores salarios, menos pobreza, y mejor calidad de vida. Si el presupuesto se concentra en subsidios y grandes obras improductivas, pues se puede anticipar lo contrario. Cómo se financia el gasto, cuánto se recauda y con qué tipo de impuestos, determinan incentivos de inversión para el sector privado y la dinámica de crecimiento. Si se gasta más de lo que se recauda, el déficit y la deuda aumentan, y con ello, su servicio (pago de intereses), lo que tenderá a acaparar una mayor proporción del presupuesto. El Paquete Económico y presupuesto 2026 presentado esta semana a la Cámara de Diputados devela intenciones y motivaciones reales, y subraya los rasgos prominentes del régimen. Partida por partida, es una diáfana bola de cristal que permite ver el porvenir a corto y mediano plazo. El gasto total será de 10.2 billones de pesos, mientras que los ingresos serán de 8.7 billones. Habrá un déficit de más de 4% del PIB y la deuda crecerá como bola de nieve por encima de los 20 billones de pesos (el doble del saldo de 2018), llegando al 53% del PIB. Es muy probable que esto sea mucho peor dado que SHCP – creativamente – sobrestima ingresos a través de inflar las proyecciones del PIB. (Más crecimiento, más recaudación, y al revés). La realidad, es que la economía mexicana está estancada; se proyecta que crezca este año entre 0.0% y 0.6%.
Pero la composición del gasto es lo más elocuente. Se asigna prácticamente un billón de pesos a subsidios clientelares diversos, que van a asegurar los votos necesarios para la perpetuación del régimen; mientras que 2.2 billones en total irán a pensiones contributivas y no contributivas. El servicio de la deuda (costo financiero) acaparará 1.6 billones. Pemex seguirá siendo “rescatado”, ahora con 517 mil millones (262 mil millones en subsidios o “apoyos” para pago de deuda), a pesar de estar quebrada y haber perdido históricamente 1.7 billones de pesos entre 2019 y 2024. Los negocios de los militares (trenes, aeropuertos, aerolíneas, hoteles, centros turísticos) serán subsidiados con 73 mil millones, mientras que los nuevos megaproyectos ferroviarios de pasajeros (que nunca serán rentables) requerirán 142 mil millones – también para militares – quienes ejercen el presupuesto en total opacidad y discrecionalidad por ser de “seguridad nacional”. (Lo cual es terriblemente preocupante a la luz de los escándalos de corrupción y crimen organizado en aduanas y huachicol protagonizados por militares). De manera obvia, se eleva estelarmente el presupuesto de Bienestar (subsidios clientelares) en 12%, y en Energía en 86%, teniendo a Pemex como beneficiario. Desde luego, pensiones y subsidios crecen exponencialmente, y son insostenibles. En contraparte, se recorta sin piedad el presupuesto a Secretaría de Salud en 3.2% (con el sistema de salud desmantelado, y, aunque trata de compensarse con el IMSS Bienestar, el gasto total en Función Salud se reduce 9% con respecto a 2024). También disminuye 4.2% el presupuesto en Medio Ambiente, convertido en un sector meramente testimonial. De manera increíble hay un brutal recorte en Seguridad de 19%, y en Cultura de 16%, en especial en el INAH y en el INBA, así como en Ciencia y Tecnología de 1.2%, y en Sedatu de casi de 8% (tal vez porque nadie sabe qué hace ni quién es el titular).
La expansión en el gasto en subsidios clientelares, pensiones, megaproyectos no rentables, Pemex, negocios militarizados, y servicio de la deuda, será financiada con más déficit y deuda, pero también con nuevos impuestos (desesperados) a refrescos, tabaco, y videojuegos. Se les denomina “impuestos saludables” aunque la Secretaría de Salud no verá un solo peso de ellos. Se obligará a las Financieras Tecnológicas (Fintechs) a retener el IVA y el ISR, y los bancos ya no podrán deducir sus pagos al IPAB para proteger a los ahorradores. El impuesto a los ahorradores se elevará en 80% de del 0.5% al 0.9%, es decir, se cobrarán impuestos sobre ingresos ya gravados con el ISR. Lo más sobresaliente, sin embargo, en materia de recaudación, son nuevos impuestos a las importaciones (aranceles) de China, Corea del Sur y Vietnam, con lo que el gobierno emula abiertamente a Donald Trump. Estos aranceles, que llegarán al 50%, los pagaremos los consumidores y las empresas a través de un aumento en los precios, y, seguramente repercutirán en la inflación y lastrarán cadenas productivas. Los populares coches eléctricos chinos y una miríada de productos de consumo generalizado, de bienes intermedios y de bienes de capital serán severamente castigados con aranceles. ¿Queda claro cuáles son las prioridades del régimen, y su verdadero rostro?
Eleconomista