Asesinato en el comité central

Jueves por la tarde. Reunión del consejo del Banc Sabadell, presidida por Josep Oliu, para reiterar su rechazo a a la opa del BBVA sobre la entidad financiera catalana. A priori, sesión tranquila. El banco que preside Carlos Torres no ha mejorado su oferta y el asunto queda reducido a actualizar la negativa votada por los mismos actores hacía más de un año.
La situación no ha cambiado. Sin embargo, uno de los consejeros, David Martínez, el accionista individual con más títulos del banco, agrieta el frente unido. El mexicano vota contra la opa pero no por los mismos motivos que el resto. El compra la línea argumental del BBVA, está a favor de la operación, le pide al gobierno que se retracte de su decisión de imponer condiciones (cuando esta última decisión estuvo en gran medida motivada por la propia presión del banco en cuyo consejo se sienta y del entorno social en el que hace sus negocios), pero discrepa en el precio.
Algún consejero del Sabadell recordaría la novela al escuchar a su accionista mexicanoMás de uno debió acordarse de Asesinato en el comité central, la novela de Manuel Vázquez Montalbán, en la que el secretario general del Partido Comunista de España es asesinado, víctima de las luchas internas entre facciones de la organización estalinista. Todos los demás consejeros del banco, además de por el precio, llevan meses y meses argumentando que la fusión que persiguen Torres y los suyos es también funesta para Catalunya, España, las pymes y los propios bancos implicados en la operación. Y va Martínez y dice que solo piensa en el precio.
La verdad es que a estas alturas de la batalla este, el precio, será el elemento determinante. A priori, la posición del BBVA parece insostenible. Con ese cálculo, ahora resulta más rentable, en torno al 10%, vender en bolsa las acciones del Sabadell que apuntarse a la oferta del BBVA.
Sede social del Banc Sabadell en la localidad vallesana del mismo nombre.
Mané EspinosaAlguno de los accionistas de siempre del Sabadell, de esos que aún recuerdan cuándo la acción superó los 9,5 euros, allá por el arranque del 2007 y que no perdonan, ya habrá cerrado esa venta sin esperar a ver qué pasará cuando la propuesta de compra termine. Ha visto la acción en máximo de hace muchos años, 3,36 euros ayer y quería pasar página.
Aunque la precipitación siempre tiene riesgos. Esta semana y pese a las lapidarias palabras de Torres descartando cualquier ulterior subida del precio de su oferta, las acciones del Sabadell han seguido subiendo: un 5%, frente al 3,74% del BBVA. No parece que los desertores sean mayoría. Se impone la idea de esperar y ver. Después de tantos años de resignación, ¡por qué no esperar unos días más’.
¿Dónde está el límite? Desde que el banco de origen vasco presentó su oferta, en mayo del año pasado, las acciones del catalán han subido como la espuma. Y respecto a la primera negociación de fusión, esta vez pacífica, entre ambas entidades, el aumento ha sido espectacular. Hay que esperar para ver en qué precio se detiene.
Mientras, el rechazo de Torres a subir el precio no parece estar animando las expectativas de que la opa triunfe. El ejecutivo bancario sugiere que los mercados gratificarán su coherencia y firmeza al mantenerse en el curso marcado sin vaivenes ni concesiones. Según se mire, también se puede pensar que forma parte de la cultura del BBVA ya desde los tiempos de Francisco González, un gallego dubitativo que dejó escapar grandes operaciones que su rival Emilio Botín no dudó en coger al vuelo, aunque fuera pagando lo impensable. Un poco como lo del TSB británico, en este caso con Ana Botín como osada protagonista.
Pero de momento, nadie le cree. Analistas, operadores, inversores y accionistas no dan crédito a sus argumentos. Esperan un nuevo precio.
O eso, o los directivos del banco vasco han llegado a la conclusión de que los accionistas institucionales de ambos bancos están a favor de su operación y no quieren sacar de un lado para ponerlo en el otro. Es decir, si están en los dos, lo que ganen de más en uno se lo dejan en el otro. Ya saben, no hay opa en la que las dos partes maximicen sus posibilidades de ganar dinero.
Como en un partido de fútbol, ambos bandos, en Sabadell y Madrid, auguran una victoria por goleada para su propia causa. Pero detrás de la propaganda interesada, las dudas y los cálculos consumen los nervios.
lavanguardia