Las ostras vendidas en Brasil contienen bacterias resistentes a múltiples fármacos y metales tóxicos.

Científicos de la Universidad de São Paulo (USP) y otras instituciones de investigación brasileñas encontraron bacterias resistentes a múltiples fármacos y altos niveles del metal tóxico arsénico en ostras crudas listas para comer vendidas en diferentes mercados del país.
En un artículo publicado en mayo pasado en la revista científica Food Research International , los investigadores describieron el análisis que realizaron en 108 ostras de las especies Crassostrea gigas y Crassostrea brasiliana compradas entre septiembre de 2022 y marzo de 2023 en mercados de cinco ciudades brasileñas: Santos, Cananéia, Peruíbe (todas en el litoral de São Paulo), São Paulo y Florianópolis.
En el artículo, los autores explican que consumir ostras crudas presenta riesgos debido a la naturaleza filtrante del animal, que permite la “bioacumulación de una amplia gama de contaminantes, incluidos metales pesados potencialmente tóxicos, microorganismos patógenos y bacterias resistentes a los antimicrobianos”.
Al ser filtradores, las ostras procesan grandes volúmenes de agua, por lo que pueden concentrar bacterias del agua contaminada, especialmente en lugares que reciben aguas residuales sin tratar, escorrentías agrícolas y desechos industriales o con un gran flujo de embarcaciones y bañistas.
Uno de los hallazgos más preocupantes fue la presencia de al menos cinco tipos de bacterias resistentes a múltiples antibióticos en los moluscos analizados.
Según los científicos, las ostras portaban bacterias pertenecientes a grupos considerados prioritarios por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como Klebsiella pneumoniae, Escherichia coli y Citrobacter telavivensis. Estas bacterias, resistentes a múltiples clases de antibióticos, representan un riesgo para la salud pública al dificultar el tratamiento de las infecciones.
“Estas bacterias circulan en entornos hospitalarios y pueden causar infecciones graves en animales y humanos, especialmente en personas con sistemas inmunitarios debilitados, como niños, ancianos e individuos inmunodeprimidos”, explicó a Estadão el biólogo Felipe Vásquez Ponce, primer autor del estudio. La investigación fue resultado de su tesis doctoral en el Instituto de Ciencias Biomédicas de la USP. El científico actualmente realiza su posdoctorado en la PUC-Valparaíso, Chile.
También destacó que incluso las personas sanas, al entrar en contacto con estas bacterias, pueden propagar los patógenos incluso sin presentar síntomas. Esta situación aumenta el riesgo no solo de más infecciones en pacientes vulnerables, sino también de una mayor resistencia de estas bacterias.
Alta concentración de arsénico
Los investigadores también encontraron que, en tres de los mercados, las ostras presentaban niveles de arsénico superiores al límite permitido por la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), que es de 1 mg/kg. En uno de los casos, el nivel alcanzó los 1,95 mg/kg.
Según Ponce, se espera la presencia de cierto nivel de arsénico en las ostras debido a sus características de filtración mencionadas. Sin embargo, cuando la concentración supera la tolerada por la Anvisa, los riesgos son mayores. El arsénico se considera un compuesto cancerígeno, lo que aumenta el riesgo principalmente de tumores en la piel, la vejiga y los pulmones.
Ponce explica que no todos los compuestos de arsénico tienen el mismo potencial carcinogénico. «Generalmente, los mariscos contienen arsenobetaína, un compuesto de arsénico que no se considera cancerígeno. En el estudio, no pudimos diferenciar qué proporción del arsénico presente era de este tipo o de los tipos 5 o 3, que se consideran más peligrosos, pero existen estudios que demuestran que el consumo constante de productos con arsenobetaína también puede aumentar el riesgo de cáncer, ya que se metaboliza y puede transformarse en estos otros compuestos», afirma.
Afirma que el consumo muy esporádico de ostras, incluso con algún nivel de contaminación con arsénico, no representa un alto riesgo de cáncer, pero que las personas que consumen frecuentemente el molusco, especialmente aquellas con altos niveles del metal, pueden tener mayor riesgo de padecer tumores.
Para quienes disfrutan de las ostras, Ponce recomienda evitar comerlas crudas, prefiriéndolas cocidas, a la parrilla o al horno. También indica que los consumidores deben prestar atención al origen de la ostra, evitando comprar moluscos que se venden en entornos informales y sin inspección.
Los autores del estudio también abogan por intensificar la vigilancia sanitaria y controlar más cuidadosamente los niveles de arsénico en estos productos.
IstoÉ