Cómo Macron y Merz sabotean la reindustrialización de Europa

A petición de los empresarios, Friedrich Merz y Emmanuel Macron han sido responsables de elaborar proyectos de directivas europeas que exigen a las empresas que operan en la Unión garantizar que sus proveedores y subcontratistas en todo el mundo respeten los derechos humanos, sociales y ambientales fundamentales.
Sin embargo, Friedrich Merz y Emmanuel Macron también figuran de forma destacada entre los líderes que regularmente se quejan de la desindustrialización de Europa y están comprometidos a revertir esta tendencia.
Pero al sabotear estos proyectos de directiva, privan a los europeos de uno de los principales, si no el único, instrumento que tienen a su disposición para combatir, incluso con cierta eficacia, el dumping social y ambiental que existe fuera de la Unión. El dumping es, en gran medida, la causa de la deslocalización y del amplio movimiento de desindustrialización que ha generado en Europa.
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Vivimos en un mundo donde los estándares sociales y ambientales globales siguen siendo muy limitados, y los medios para fortalecerlos son muy escasos. Ahora, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, son prácticamente inexistentes. Lamentablemente, ya no hay ninguna posibilidad de que la gobernanza global se fortalezca en los próximos años.
La principal manera de intentar restablecer un "campo de juego equilibrado" (reglas de juego justas), como dicen los anglosajones, una competencia justa con el resto del mundo, es aprovechar el tamaño de nuestro mercado. Este aún representa el 20 % del consumo mundial y sigue siendo esencial para todos los actores internacionales, ya sean chinos o estadounidenses.
Podemos obligar a todos aquellos actores, europeos o no, que quieran vendernos sus productos o servicios a que presionen, a través de sus cadenas de suministro y subcontratistas, para que aumenten el nivel de exigencias sociales y ambientales en el resto del mundo. Y así, gradualmente, acercarlos a las nuestras. Cuando lo hacemos, funciona, como vimos en Bangladesh tras el derrumbe del Rana Plaza en 2013 .
Al privar a los europeos de esta palanca esencial, Emmanuel Macron y Friedrich Merz no sólo penalizan a los trabajadores y habitantes de los países del Sur, que no podrán beneficiarse de esta presión al alza sobre sus derechos sociales y medioambientales, sino que también obstaculizan a los productores europeos y sabotean la reindustrialización del continente.
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