¿Cómo proteger las elecciones del 2026? / Entrevista de María Isabel Rueda
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¿Usted, que sí perteneció y conoció las entrañas del M-19, qué opina de lo que está pasando ahora internamente en el gobierno Petro, al que todos los días le aparece un escándalo nuevo?
El M-19 dejó de existir hace muchos años como organización. Su fin lo marca una de dos fechas: o la muerte de Carlos Pizarro en el avión, o el día en que se instala la Constituyente. Ya después viene esa Alianza Democrática M-19. Como es más que natural, dirigentes de esa organización tomaron caminos distintos. Unos se fueron para otros partidos o crearon sus propias organizaciones. Cosa distinta son las mentiras de Petro sobre la historia del M-19. Logró montar la mitología, muy sustentada en la ignorancia de algunos medios de comunicación y de algunos políticos, de que él viene del M-19, donde dizque fue un hombre importantísimo, una especie de Rambo, lo cual es absolutamente mentira.
Hasta ha llegado a atribuirse la Constituyente…
Pero le diría que la mentira más grande comenzó a regarla desde hace como quince años: que fue él quien convenció a Carlos Pizarro de firmar la paz. Montó la película de que Pizarro iba a traicionar la reunión con el Gobierno por cuenta de un supuesto acuerdo que tenía con las Farc de no hacer la paz con el gobierno Barco. Pero que entonces él, Petro, al mediodía, después de la primera ronda de reuniones de la mañana, se sentó con Pizarro a la orilla de un río, y sostiene que allí ocurrió una epifanía y convenció a Pizarro de que había que hacer la paz. Si le digo que Petro nunca se sentó a hablar con Carlos Pizarro diez minutos…
Y desde luego no conoció a Bateman...
Nunca conoció a Bateman. Nunca habló siquiera con Fayad, que ni se enteró de quién era Petro.
Pero el presidente Petro dijo sobre Benedetti en ese catastrófico consejo de ministros: “... Es que él tiene la magia de Bateman”, con la propiedad de quien lo conoció íntimamente...
Mientras estuvo vivo Bateman, uno podría decir que Petro realmente no estuvo en el M-19. Esa es la verdad.
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Consejo de ministros Foto:Consejo de ministros
¿Entonces por qué esa insistencia en revivir los símbolos del M-19, el sombrero de Carlos Pizarro en una urna en el Palacio de Bolívar, la terquedad de desplegar la bandera del M-19, empezando por hacerse llevar la espada de Bolívar a su posesión?
Hace con ello una apuesta estratégica: un sector de la sociedad recuerda con cercanía y afecto la firma de la paz por parte de unos líderes carismáticos. Pero la realidad es que la memoria del M-19 jamás había sido tan triturada como en el gobierno Petro. Le ha hecho mucho daño a esa memoria, que de lo primero que habla es de reconciliación. Pero además están los complejos y resentimientos de Gustavo Petro.
¿Pero acomplejado de qué?
Yo no entiendo, pero en su autobiografía dice muchas mentiras, se muestra como el megalómano que es y exhibe todos sus resentimientos hacia personas específicas que nunca le han hecho nada.
Por ejemplo, su hostilidad con el empresariado. Ahí él refleja un resentimiento social primario, considera enemigo de clase a quien tiene un Renault 4. Un síntoma de un tremendo complejo es sistemáticamente sentirse importante a fuerza de hacer esperar a todo el mundo durante horas. Al llegar siempre tarde, porque ‘usted me tiene que esperar’, está enrostrando un complejo de inferioridad, o de superioridad, (no sé de qué será) grandísimo.
¿Cómo está afectando esa personalidad al Gobierno?
Una pregunta muy profunda y un tema de cultura política de la sociedad. Cuando uno mira la historia, los grandes daños no los han hecho ni los izquierdistas ni los derechistas, sino los locos. Cuando uno se aproxima por ejemplo a la historia de la Segunda Guerra Mundial, nadie a estas alturas se plantea si Hitler era de derecha o de izquierda, sino lo matricula en la categoría de desequilibrado que contagió a una sociedad y la llevó al delirio. Y esos casos se han repetido en la historia. Para no ir más lejos, hoy ya hay evidencias de psicopatías en los últimos líderes venezolanos y mire en lo que va el país.
¿Y cree que existen psicopatías en Gustavo Petro?
Sí, unas psicopatías objetivas. Hay un libro de un personaje muy interesante que se llama David Owen, psiquiatra y neurocientífico inglés, a quien por allá en los años sesenta le dio por meterse a la política y, luego de muchos años en el Parlamento, se retiró a escribir sobre su experiencia y las enfermedades del poder. Cuenta, por ejemplo, cómo el alcoholismo de Bush y de Tony Blair fueron determinantes en los grandes errores de la invasión a Irak y hace un checklist sobre aspectos de la personalidad de lo que él llama el síndrome de Hubris, caracterizado por un ego desmedido y una falta de humildad. Y uno ve ahí pintados los perfiles psicológicos de Petro en términos de megalomanía. En su segundo capítulo trae un checklist como de catorce características y Petro las tiene.
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Gustavo Petro, presidente de Colombia Foto:Presidencia
¿O sea, el problema de Petro no es que sea de izquierda?
No. De absoluta psicopatía. Si aquí hubiera llegado al Gobierno un personaje como Jorge Enrique Robledo o un Antonio Navarro, tendríamos una democracia como las que funcionan en Europa. En Colombia nos están llevando a una crisis, entre otras cosas, porque tanto el proyecto como la personalidad de Petro son profundamente antidemocráticos. A mí no me vengan con el cuento, mirando lo que ha hecho con el sistema de salud, de que esta es una discusión ideológica. Destruir el sistema de salud de una sociedad no es un problema ideológico o político, es una psicopatía. Y lo que está haciendo Petro con las relaciones con Venezuela raya en traición a la patria. Ahí tampoco estamos hablando de discusión ideológica.
¿Se refiere a la influencia de Venezuela que algunos aseguran que es inocultable en la situación del Catatumbo?
Mire: venimos viviendo una sistemática invasión de territorio colombiano por parte de la dictadura venezolana. Se equivocan quienes le creen a Petro la narrativa de que lo que está ocurriendo desde el 16 de enero en el Catatumbo es una pelea entre el Eln y las Farc. Si así fuera, terminaría siendo una pelea más de bandas de violencia colombianas. Cuando lo que está ocurriendo es una invasión de la dictadura venezolana al territorio colombiano.
¿Pero tolerada por el presidente Petro?
No solamente tolerada. Compartida, cohonestada.
¿Y eso cómo juega en el Catatumbo?
La desmilitarización del Catatumbo, el abandono por parte de la Fuerza Pública del ejercicio de la soberanía en la zona, comenzó el 28 de abril del 2023. Ese día, el Eln asaltó una unidad militar, murieron siete soldados y hubo 17 heridos. Y la respuesta de Petro no fue ni mucho menos recuperar el territorio y perseguir al Eln. Sencillamente sacaron a los muertos y a los heridos y retiraron a la tropa, al punto de que pocos días después entraron a las instalaciones del batallón las milicias del Eln de la zona, con maquinaria amarilla y allí nunca volvió un solo soldado. Por eso, cuando llega la supuesta ofensiva del Eln del 16 de enero, no hablan de un soldado muerto, porque no había soldados, ni de un policía muerto, porque no había policías. Hablan de los enfrentamientos del Eln con gente de las Farc y con las bases sociales de ellos, pero nunca con el Estado, porque este ya se había entregado y desplazado a su Fuerza Pública de la zona dos años antes.
Le insisto: ¿y qué tiene que ver Venezuela en todo esto?
No caigamos en la trampa de seguir creyendo en que lo que pasa en el Catatumbo es una pelea entre el Eln y las Farc, cuando realmente es un tema de soberanía. Hoy el Catatumbo está bajo el control territorial de la dictadura venezolana. Basta con hacer la pregunta: ¿qué es hoy el Eln? Pues ellos mismos se califican como fuerza binacional. Y mientras está contra el Estado colombiano, contra su democracia y su sociedad, en Venezuela es una fuerza con el Estado. El Eln hoy forma parte de las fuerzas armadas venezolanas, de la dictadura venezolana.
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Catatumbo, en Norte de Santander. Foto:Andrés Carvajal
¿Entonces, hacia dónde vamos con esta dialogadera con los elenos?
Vengo diciéndolo desde hace tiempo: ojo con las elecciones del 26. Creo que uno tiene que plantearse la hipótesis objetiva de que entre los venezolanos y Petro se van a inventar un conflicto binacional que, en medio del proceso electoral, permita modificar el calendario de las elecciones.
Deme una prueba sobre esa hipótesis...
Todo ejército en el mundo, todas las fuerzas armadas y todos los ministerios de Defensa tienen una cosa que se llama la hipótesis de guerra. Eso tiene que estar por protocolo. Tener estudiado que si hubiera una guerra hoy de nuestro país, con quién sería, bajo cuáles circunstancias, cuáles serían los protagonistas y cuál sería más o menos el plan militar, etcétera. Los venezolanos tienen desde hace muchos años obviamente su hipótesis de guerra, que es una posible incursión norteamericana y de la Otán, digamos de Occidente, en su territorio.
Sobre el mapa dicen que un flanco sería el Atlántico, por donde podrían llegar por barcos y aire, pero además está naturalmente la frontera colombiana, en dos partes: la frontera sobre la Orinoquia, donde sería una confrontación con carros de combate, tanques, infantería y tal, por las características del terreno; y está el Catatumbo, que es una selva, con una topografía manejable.
Se puede pelear ahí muy bien, es el centro más importante de producción de coca del mundo, porque da casi el doble de cosechas al año que otros lugares donde puede haber más siembra. El Catatumbo está dando siete cosechas al año. Además, su ubicación permite producir esas toneladas de hoja de coca para procesarlas en los laboratorios de su retaguardia, que están en Venezuela, donde el Estado protege las pistas para su distribución.
Entonces, lo que acaba de hacer Venezuela es decir: dejemos de pendejear, esto ya lo metemos en nuestra cintura, no lo vamos a compartir con nadie. Y, además, si a ellos les ocurre algo, como una incursión, pues tienen una retaguardia en el Catatumbo, donde se puede pelear cien años.
No veo para qué Venezuela y Petro se inventarían ese conflicto binacional...
Pues a Maduro, como a todo dictador, le sirve para buscar una unidad nacional interna. Y a Petro, para modificar el calendario electoral. Aquí, si el Presidente logra modificar ese calendario, queda con la potestad de hacerlo cuando le dé la gana y se quedará en el poder, como Maduro. Comenzaría por aplazarlas un año, por ejemplo, y después dirá que no hay condiciones y vuelve y las aplaza.
¿Y cómo lograr defender las elecciones del 26?
Estamos intentando buscarle algún consenso a una ley de defensa de las elecciones del 26, que tiene cinco artículos. El primero: los militares y la Fuerza Pública en general no podrán alegar el principio de obediencia debida cuando se trate de órdenes que afecten su responsabilidad de proteger el proceso electoral constitucional. El segundo: convertir en delito que el Ministerio de Hacienda no gire oportunamente los recursos para la Registraduría y el Consejo Nacional Electoral.
¿Y en la eventualidad de que ni aun así lo haga?
Pues en el artículo tercero, porque de todas maneras hay que curarse en salud, el Registrador deberá hacer una carta de emergencia dirigida al gerente general del Banco de la República para que este gire directamente los recursos a la Registraduría. En el cuarto, prohibir que con base en el estado de conmoción interior pueda modificarse el calendario electoral. Y en el artículo quinto, que ha sido técnicamente difícil, buscaríamos las herramientas para proteger el proceso electoral de la incidencia de las organizaciones criminales en los territorios controlados.
Y parte de la siguiente reflexión: el señor Juan Fernando Petro dijo en Caracol Televisión: ‘En el pacto de La Picota logramos garantizar 1’000.000 de votos’. Y resulta que Petro le ganó a Hernández por 700.000 votos, luego los conseguidos vía Picota fueron determinantes. Imagínese ahora con la expansión territorial de los grupos criminales. Este tema lo hemos estado mirando con los técnicos de la Registraduría y con abogados para establecer que cuando haya indicios graves de la presencia e incidencia de organizaciones criminales en los territorios, las autoridades electorales trasladarán los puestos electorales a las zonas más urbanas para que venga la población del campo a votar a las cabeceras municipales, como cuando viene a hacer mercado.
Es menos probable que allí actúe el fusil en la sien de la gente para que vote en determinado sentido. Porque, carajo, ¿cómo va a ser normal que cualquier candidato, como lo hizo Petro en el Cauca, haya sacado el 97 por ciento de los votos? Eso es estadísticamente imposible. El proyecto de ley para proteger las elecciones del 26 está prácticamente ya redactado. Falta lo más difícil, que es conseguir el consenso de los partidos.
eltiempo